Corps de l’article

De manera generalizada, tanto en los estudios especializados sobre el tema como en la conciencia de la ciudadanía lega, la globalización se asocia a una disponibilidad ilimitada de información. En la visión imperante, este caudal informativo circula y viaja libremente integrado en un vertiginoso tráfico de enunciados que ignoran o mágicamente salvan fronteras de todo tipo, entre ellas políticas, sociales, culturales, lingüísticas y hermenéuticas. Y, si bien es cierto que en comparación con otras épocas, los medios tecnológicos de la era digital han multiplicado exponencialmente la información que está al alcance de la población, también lo es que, en ese orden postnacional que se asocia a la que Castells denominara “la sociedad red”, la información que efectivamente viaja es infinitesimal en comparación con la que se excluye y se descarta, y, sobre todo, que incluso la que inicia su travesía internacional no suele llegar a sus distintos destinos de manera directa, sin escalas ni mediación alguna, sino que, por el contrario, se halla sometida a nuevos y constantes procesos de selección, manipulación, mediación, comprensión y reformulación –traducción en su sentido amplio, en una palabra– sobre los que poco o nada se reflexiona. Sin embargo, son tantos los intereses que hay en juego y de tal calibre las implicaciones ideológicas y políticas que de estos intensos flujos de enunciados se desprenden que urge acometer estudios sobre el fenómeno traslatorio en nuestros días, una urgencia, al menos, más que justificada en virtud la magnitud del fenómeno. Y es que, como ya advirtiera José Lambert de manera visionaria en una serie de trabajos pioneros en analizar el papel y las características de la traducción en la era de la comunicación de masas, aunque suele pasar inadvertida en gran medida, entre otras cosas por cuanto hoy actúa de manera fragmentaria y camuflada, haciéndose pasar por discurso original, la traducción es ubicua en nuestra época. O, como lo formulan autores como Michael Cronin (2003) o Esperanza Bielsa (2005), cabe pensar la globalización como traducción.

El volumen Translating Information, editado por Roberto Valdeón, trata de contribuir a subsanar una llamativa falta de reconocimiento del papel actual de la traducción en la circulación internacional de los discursos. Si esta carencia es general en las ramas del saber de las ciencias sociales preocupadas por el fenómeno de la comunicación, donde el omnipresente fenómeno de la traducción pasa por lo general inadvertido, lo cierto es que también en el ámbito propio de los Estudios de Traducción también se echa poca reflexión sobre la actividad traductora en la configuración de la información multinacional. No en vano, en nuestra disciplina, aún aferrada a concepciones marcadamente textualistas de la traducción (como reproducción de un texto por otro equivalente en otra lengua) heredadas de modelos de explicación del fenómeno traductor gestados en el ámbito de la literatura, los estudios sobre la traducción como actividad discursiva con un papel protagónico en la construcción de la actual esfera pública son, aunque interesantísimos, aún marginales en términos cuantitativos. Por otra parte, si por su temática el volumen resulta relevante y oportuno, el rigor y la solidez de las aportaciones, que de manera generalizada combinan los conceptos de las últimas corrientes teóricas con el análisis descriptivo de textos o procesos reales, lo hacen doblemente interesante.

En el primer capítulo del volumen, “Media, information et traduction à l’ère de la mondialisation”, Yves Gambier presenta de manera panorámica e integradora los entresijos, los procesos ocultos, de la diseminación de la información en nuestra era. Con una destacable capacidad para interrelacionar conceptos y extrapolar de manera esclarecedora nociones, conclusiones y ejemplos de diferentes ámbitos, se apuntan los factores y procedimientos implicados en la creación de los discursos dominantes, exposición que se acompaña de una reflexión acerca de las implicaciones de tales prácticas o que da pie a iniciarla. El principal atractivo de este trabajo es que, lejos de limitarse a dar respuesta sobre el funcionamiento de la traducción tanto a nivel macrodiscursivo como microtextual, plantea interesantísimas a la par que inquietantes preguntas, cuyo interés no se restringe únicamente al estudioso de la traducción. De interés específico para los investigadores del tema es la parte final del capítulo, donde se apuntan nuevas perspectivas y líneas de investigación que requieren atención o resultan prometedoras.

El segundo capítulo, “Translating News: A Comparison of Practices in News Agencies”, de Esperança Bielsa, presenta un esclarecedor trabajo descriptivo sobre las prácticas traslativas en las agencias de prensa. Además de abordar cuestiones que van desde lo geopolítico hasta lo estrictamente procedimental, el capítulo también se adentra en el análisis de la(s) identidad(es) corporativa(s) de los profesionales que en ellas trabajan, unos profesionales que, a la fuerza, traducen, pero que pueden o no reconocerse traductores. El examen de estas vacilaciones identitarias de ocupaciones fronterizas, que en el fondo ponen de manifiesto la difícil posición y los dilemas que tienen ante sí profesiones tradicionalmente asociadas con la neutralidad en un mundo que ha descubierto la naturaleza conflictiva de nuestra realidad, resulta un aliciente para futuras investigaciones en el campo de la traducción que traten de redefinir el papel de la traducción y de articular las bases epistemológicas de conductas traductoras responsables en una época recelosa del concepto de objetividad. En este sentido, la segunda parte del capítulo es un ejemplo de investigación proactiva y comprometida que no sólo describe, sino que propone o respalda, en este caso nuevos modelos de traducción en las agencias (por ejemplo, asociados a agendas de respeto a la diversidad etnolingüística), o que reexamina con ojos críticos ideas cuasidogmáticas, como puede ser la tradicional asociación de la invisibilidad con la falta de poder (cuando, en el caso de las noticias de prensa, es coartada de manipulaciones ilimitadas) o la tradicional demonización de un intervencionismo que hoy cabe calificar, aunque no siempre de justificable, de ineludible.

Por su parte, en “Las noticias traducidas en el diario El mundo”: el trasvase transcultural de la información, a partir de un estudio de corpus M. José Hernández Guerrero deduce los procedimientos empleados en el trasvase intercultural de informaciones de prensa y, concretamente, analiza el papel de la traducción en la práctica corriente de la transedición. Es éste un trabajo interesante por las prácticas manipuladoras que desvela con ejemplos concretos, y también valiente en cuanto a sus reflexiones, pues no duda en denunciar lo que atraviesa los límites de lo moral ni en llamar a la responsabilidad editorial y a la lealtad para con los lectores.

El siguiente trabajo, “Análisis de pautas de traducción ideológica en el discurso periodístico”, de Ovidi Carbonell i Cortés, presenta una detallada exposición del Análisis Crítico del Discurso como útil marco de análisis para calibrar los efectos ideológicos que se derivan, ya deliberada o involuntariamente, de la traducción entendida como mediación intercultural, una herramienta analítica que en cualquier caso se concibe y se pone al servicio del estudio de la traducción como mecanismo fundamental en la construcción de las culturas y en la formación de las identidades. Esta aportación de indudable valor metodológico para futuras investigaciones se ve asimismo completada con un interesante estudio de caso que saca partido al modelo propuesto e invita a la reflexión.

En “English-inspired Post-9/11 Terms in Danish Media”, Henrik Gottlieb examina con la ayuda de herramientas informáticas de procesamiento de texto la influencia de los discursos y las culturas dominantes en sociedades periféricas, en este caso a través del análisis del comportamiento de la lengua danesa hacia la neología relacionada con el 11-S. En este sentido, el autor, siempre con la fundamentación evidente y probatoria del corpus, denuncia la dependencia danesa (ciertamente, un ejemplo concreto pero con validez internacional) de las fuentes y los puntos de vista anglonortemericanos, pero a la vez, y también de manera ejemplificada, muestra la capacidad de la traducción como contrapoder y contradiscurso, como instancia de resistencia y disidencia, en particular en lo que en este artículo se denominan “traducciones críticas”.

El siguiente capítulo, de Alet Kruger, se adentra en el campo de la traducción de información, concretamente biosanitaria, en los servicios públicos, y, centrado como está en Sudáfrica, esclarece las complejidades y exigencias a las que debe responder la traducción en contextos en los que ni las lenguas implicadas tienen el mismo grado de normalización terminológica ni puede presuponerse una coincidencia de bagaje formativo, mentalidad y actitudes culturales entre el mensaje original y esa entelequia que son los potenciales receptores. Aparte de lo gráficos que resultan los ejemplos, el trabajo en sí, por el contexto que estudia, es una aportación interesantísima para los Estudios de Traducción, en cuyo seno hoy en día numerosos autores reconocen y tratan de remediar un sesgo eurocéntrico en lo que respecta a las admitidas como “verdades” de la disciplina.

En “Poor Translations and How to Survive Them”, Piotr Kuhiwczak comprueba la extrapolabilidad e interés de las investigaciones centradas en el proceso de lectura para la traductología y, en concreto, a la hora de evaluar la respuesta y estrategias de los lectores ante enunciados que, por efecto de la traducción, resultan incoherentes. Las explicaciones sobre los procesos lectores, apoyadas con ejemplos, dan paso a una reivindicación de la claridad en la redacción técnica y a la incorporación del factor de la traducción a las consideraciones con las que se inicia la labor autorial.

El cierre del libro no puede ser más idóneo, al centrarse en el ámbito de la docencia. Y es que, dado que la traducción es una profesión siempre, pero hoy más que nunca, cambiante, como de hecho bien se pone de manifiesto en el volumen, las instancias formativas deben estar atentas a los nuevos retos que exige la sociedad a los traductores y responder con programas formativos adecuados como el que se presenta en las últimas páginas del libro de manera detallada, acompañada de la justificación de su pertinencia en el contexto formativo y con el desglose de las tareas específicas en que se concreta. Los trabajos como éste de Dorothy Kelly son siempre de agradecer en una disciplina que, si quiere seguir evolucionando, debe huir del anquilosamiento y repensar constantemente sus prácticas, especialmente en los mecanismos por excelencia de reproducción de modelos de actuación, cuales son las instancias educativas.

En el terreno de la información, la traducción es una constante; una constante a menudo olvidada, por propios y extraños. Como recalca el editor en la primera página de la introducción, desde el ejemplo inmediato de las noticias, pasando por las etiquetas de cualquier producto, los folletos turísticos, las instrucciones técnicas o las indicaciones de tipo sanitario, la información traducida está presente en nuestras vidas hasta extremos insospechados. Conviene que, individualmente como ciudadanos y conjuntamente como disciplina, sigamos combatiendo tan peligroso desconocimiento. Translating Information es un acicate para continuar reflexionando sobre las profundas implicaciones de este hecho.