Introducción. La intermedialidad es a la vez mapa y territorio[Record]

  • Caroline Bem

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  • Caroline Bem
    Université de Montréal

  • Traduction de
    Humberto Medina

La publicación del número «Cartografiar (la intermedialidad)» marca los 15 años de la revista Intermédialités. Para introducir y acompañar este número, en este texto haremos un paseo meditativo en y sobre el mapa intermedial. Se trata tanto de captar el potencial intermedial del objeto-mapa como de cartografiar la intermedialidad en toda su indisciplina. Para guiar este periplo metodológico, geográfico y mediático, una serie de palabras-clave que se han adaptado (a verbos en infinitivo, evidentemente, en concordancia con el espíritu de la revista) siguiendo la definición de mapa que se desprende del epígrafe nos servirán de puntos de anclaje: abrir, conectar, desmontar/trastocar/modificar, dibujar/concebir/construir, meditar… Cartografiar la intermedialidad es reflexionar, evidentemente, sobre el territorio de un método, por muy vasto e ilimitado que éste sea; pero también es hacer la pregunta sobre el mapa sui generis. Pregunta doble que interroga a la vez sobre el mapa como objeto material y mediático y sobre el mapa como operador de mediaciones. Es en las primera páginas de Mil mesetas (1980), justo donde Deleuze y Guattari catalogan los elementos constitutivos del rizoma, donde el mapa –a la vez figura y estructura, objeto material y conceptual– aparece de tal manera que no pasa desapercibido para aquellos que se interesan tanto en los territorios materiales como en los conceptuales. Para los dos filósofos el mapa es parte integral del rizoma –esta arborescencia sin jerarquías ni límites– y, como él, es símbolo de apertura, de conexión, de fecunda y nada estéril repetición, de transformación. Ahora bien, si la consideramos atentamente, la definición que ellos ofrecen es profundamente intermedial: como objeto material en primera instancia («conectable en todas sus dimensiones, desmontable»), el mapa es siempre presa de su propia destrucción («roto, alterado»), pero también es capaz de mostrar y entrelazar lugares. A semejanza de numerosos objetos intermediales que han sido tratados en las páginas de esta revista, el mapa de Mil mesetas es, por tanto, a la vez cuestión de materialidad (es un objeto) y de socialidad [socialité], incluso de política (él puede «iniciarse por un individuo, un grupo, una formación social»). Deleuze y Guattari se ocupan de la intermedialidad sin saberlo: su mapa no solo da por sentado que diferentes medios pueden movilizarse para darles corporalidad (puede «dibujarse en una pared», se concibe como una «obra de arte») sino que, igualmente, pueden hacer las veces de un hecho social (puede tomar la forma de una «acción política» o de una «meditación»). La intermedialidad montrealesa, aquella que se ha desarrollado desde hace veinte años en el seno de las páginas de la revista y alrededor del Centro de Investigaciones Intermediales en las artes, las letras y las técnicas [CRIalt, por sus siglas en francés], interviene justamente en esta zona de contacto entre el cuerpo de los medios y su rostro social. Desde sus títulos, los cuales, según la idea original de su fundador Éric Mechoulan, toman la forma de un verbo en infinitivo (Nacer, Narrar, Amar, Transmitir, Jugar, Edificar, Archivar, Rehacer…), la revista afianza desde el inicio el hecho mediático en su lado humano, en un campo de relaciones que desborda ampliamente el de una simple tecnicidad de la transmisión. Algunos artículos de la revista han tenido la voluntad explícita de contribuir a una teorización del método intermedial, mientras que muchos otros han participado implícitamente en ello por la calidad, inventiva y diversidad de sus estudios de caso. Así, con sus 29 números aparecidos entre 2003 y 2017, la totalidad de la revista puede ser considerada como una vasta empresa de cartografía del método intermedial …

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