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Fuente y fugasdel sentido de los flujos de datos digitales[Record]

  • Yannick Maignien

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  • Yannick Maignien

  • Traduction
    Carlos Benguigui

Al menos desde Maquiavelo, la cuestión de la dialéctica del secreto y de la transparencia, de lo privado y de lo público, de la opacidad y de la libertad, se ha convertido de manera exponencial en un actor determinante del discurso y de la teoría política. La historia reciente ha elevado dicha cuestión a altos grados de sofisticación, con la institucionalización del secreto de Estado, la judicialización de las normas de acceso, de la información administrativa y de las prácticas de divulgación militar policial o política – es decir de los servicios de inteligencia – cada vez más técnicos y complejos. No obstante, lo digital e Internet han mostrado en los últimos años que, sin lugar a dudas, era preciso repensar esta relación en función de las capacidades cuantitativas y cualitativas de reproducción, por tanto de duplicación y de publicación, sin parangón con respecto a aquellas ligadas a los documentos analógicos, fuentes en su origen, así como con respecto a su difusión pública. La fiabilidad de las fuentes de información y la manipulación de estas últimas – la gestión de fugas – existen desde hace al menos tanto tiempo como la prensa u otras mediaciones mensajeras intervinientes en la gestión del secreto y en las necesarias formas de divulgación pública. Sin embargo, la dinámica de lo digital impone ahora la transitividad del verbo que ocupa el lugar del sustantivo: en francés se dice ahora fuiter (del sustantivo fuite, fuga), sourcer (del sustantivo source, fuente). Como si la propia dinámica de dichos verbos pareciera prohibir fijar un sentido distinto, separar la interacción. Lo digital e Internet han modificado profundamente el régimen y el estatus de la autorización al acceso a la información ahondando en las formas de secreto y de divulgación. Es sobre esto último que ahora quisiera interrogarme a partir del acontecimiento creado por Wikileaks y Anonymus, sobre todo desde 2010. Esta capacidad ilimitada de copia, de reproducción, de diseminación espacio-temporal generalizada, ¿cómo transforma las condiciones del secreto, de la naturaleza de las fuentes y de su protección, del anonimato? La velocidad casi instantánea y mundializada de un quantum de información digital sin parangón, ¿cómo es que parece escapar a todo control? - la fuga alcanza rápidamente dimensiones catastróficas, a niveles de la amplitud del filón o del recurso interceptado, al modo de los problemas de fugas en una plataforma petrolífera, de gas o nuclear. Cuanto más hondo se perfora, más complejos son los circuitos de canalización, y más peligrosa es la fuga. La fuga se ha socializado, mundializado, considerablemente. Así mismo, el alcance de la fuga se ajusta a la “neutralidad de la Web’, a la apertura de su protocolo y a la publicidad de sus reglas que imponen un a priori de transparencia. En el fondo, e históricamente tras numerosos conflictos contemporáneos, lo digital e Internet plantean potencialmente nuevas formas de libertad pública, de información y de comunicación. Sin embargo, políticamente, ¿qué forma de secreto de Estado, en el sentido del poder público, estamos dispuestos a aceptar para organizar su desarrollo? Conviene destacar este nuevo “gran distanciamiento’ entre transparencia y secreto, claves de nuevas estrategias posibles, a través de los ejemplos de Wikileaks y otras páginas Web similares. Cuanto más transparente es o parece la información, más ahonda el secreto gracias a renovadas formas de opacidad. Es sabido que Wikileaks y su fundador Assange se dieron a conocer primero tras la publicación de un informe sobre la corrupción del Estado keniata, tras la presidencia de Harap Moy, pero sobre todo a través de la difusión de un vídeo del ejército americano en Iraq que mostraba cómo …

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