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A menudo leemos que la interpretación dialógica es un ámbito de estudio joven e incipiente. Sin embargo, la publicación de libros como el que reseñamos, Dialogue Interpreting: A Guide to Interpreting in Public Services and the Community, demuestra que, en este ámbito, en pocos años, se ha avanzado a pasos de gigante, sobre todo en lo que a investigación se refiere. Rebecca Tipton y Olgierda Furmanek ofrecen un libro muy necesario: un manual holístico, avanzado y actualizado de la interpretación dialógica, en el que consiguen llegar al difícil equilibrio entre explicar la situación profesional de los distintos ámbitos, presentar resultados de trabajos de investigación y preservar el enfoque didáctico para cumplir con su cometido de «guiar» al lector meta –ya sea un estudiante adelantado o un profesional experimentado– en el continuo desarrollo de sus competencias.

Si Community Interpreting de Sandra Hale (2007) se convirtió, hace ya diez años, en todo un libro de cabecera para cualquier persona que quisiera iniciarse en el ámbito de la interpretación en los servicios públicos, el momento actual requería de un libro que permitiera profundizar en este ámbito ya conocido para muchos, pero con todavía muchas lagunas en las que indagar. Este es uno de los puntos fuertes de Dialogue Interpreting: A Guide to Interpreting in Public Services and the Community: huye de descripciones superficiales de los ámbitos de la interpretación dialógica para abordar temas que remueven al lector por dentro y le hacen cuestionarse aspectos esenciales de esta práctica.

El libro se plantea como manual –o «guía», según las autoras– y, por lo tanto, incluye también actividades que pueden ser adoptadas por el docente en el aula o que se pueden seguir como parte del aprendizaje autónomo del lector autodidáctica. A diferencia de otros manuales que incluyen las actividades al final de cada capítulo, aquí están integradas en el propio desarrollo de estos, de modo que es más fácil relacionar cada actividad con el contexto correspondiente. En la formación en interpretación dialógica estamos acostumbrados a ejercicios de roleplays o de reflexión y debate al entorno de los códigos deontológicos; en cambio, las actividades planteadas por Tipton y Furmanek van un paso más allá para cubrir las necesidades de ese estudiante que posiblemente ya tiene experiencia en la interpretación dialógica, pero que quiere mejorar en su trabajo siendo muy consciente de que cuestiones tanto internas como externas pueden influir en el desarrollo profesional.

Están clasificadas en tres tipos: actividades de investigación, de desarrollo de destrezas y de dimensiones colaborativas. Es importante señalar que «investigación» en este caso no se refiere a la investigación académica como tal, sino que hace referencia a actividades en las que se propone al alumno que indague o se documente sobre la situación de ciertos aspectos de la interpretación dialógica en su entorno más próximo, o que intente justificar ciertas decisiones de manera razonada y, en la medida de lo posible, con datos empíricos.

En las actividades de desarrollo de destrezas se plantean ejercicios que van desde el análisis lingüístico o de las estrategias de gestión de la interacción, hasta cuestiones éticas o aspectos relacionados con el bienestar personal del intérprete. Por último, las actividades de dimensiones colaborativas pretenden reforzar la idea de que el éxito de la interpretación dialógica no depende solamente del intérprete, sino de todos los participantes en el acto comunicativo: es una «responsabilidad compartida», como bien se señalaba en el volumen resultante del quinto congreso del Critical Link (Hale, Ozolins y Stern, 2009). Por lo tanto, en este caso son actividades en las que se pone énfasis en la colaboración o relaciones que el intérprete establece con los demás participantes (directos o indirectos) en la interacción.

Más allá del enfoque didáctico, que se hace latente en las actividades y en el estilo de las explicaciones, el libro ofrece una amplia panorámica de la situación de la interpretación dialógica en los distintos contextos en los que se utiliza, lo que hace que sea una lectura relevante y de gran utilidad también para investigadores de este tema. Las autoras basan sus explicaciones en estudios empíricos, lo que les permite argumentar con datos prácticos las distintas cuestiones que plantean. Además, el lector seguramente apreciará el esfuerzo de Tipton y Furmanek por evitar los sesgos –europeo, anglosajón, occidental– e intentar buscar ejemplos de países tan distintos y alejados como pueden ser Japón, Suráfrica, España, Estados Unidos o Filipinas.

Es de valorar también el cuidado tratamiento de la terminología. Las autoras justifican el uso del término «interpretación dialógica» a partir de la reflexión sobre las connotaciones aparejadas a los otros términos utilizados hasta el momento. Paralelamente, ofrecen una tabla comparativa de las distintas denominaciones que se emplean y del uso que se hace de cada una de ellas en distintos «contextos geonacionales»; una aportación muy reveladora si se tiene en cuenta que ha sido uno de los temas más debatidos en la investigación en este ámbito.

En cuanto a la estructura del libro, después de la introducción, el primer capítulo sirve para justificar el planteamiento de la obra como herramienta de formación continua. Aunque quizás es el capítulo más claramente orientado al lector autodidacta, el lector docente valorará la utilidad de los argumentos expuestos para poder remarcar, también desde el aula, la importancia de la formación continuada en este ámbito. Ciertamente, la práctica reflexiva permite identificar las propias carencias y tomar conciencia de las necesidades de mejora.

A partir del segundo capítulo, nos encontramos con capítulos temáticos que abarcan los distintos contextos de la interpretación dialógica. Algunos de estos contextos se han estudiado e investigado ampliamente a lo largo de los últimos años, como pueden ser la interpretación judicial o sanitaria; en cambio, otros de estos contextos son más desconocidos y poco explorados, como son los ámbitos educativo y social; y finalmente el lector se encuentra con un ámbito que puede incluso sorprenderle: el ámbito religioso. Aunque la investigación en cada uno de estos ámbitos ha sido desigual, las autoras logran dar voz a los ámbitos menos estudiados pero que, poco a poco, van encontrando su nicho en los congresos y publicaciones académicas. Quizás puede chocar que no haya un capítulo específico para la interpretación policial, que a menudo se ha estudiado por separado de la interpretación judicial. Sin embargo, las autoras justifican bien esta decisión: emplean el término legal interpreting para poder abarcar la interpretación en todo el ámbito de la justicia y, dentro de legal interpreting, prefieren distinguir entre interpretación en procesos penales (que incluye interpretación policial y judicial) e interpretación en procesos de asilo.

En cada uno de estos capítulos, se abordan los temas clave de cada ámbito y, además, las autoras exponen situaciones especialmente complejas y las ilustran con casos reales documentados detalladamente: desde la interpretación en casos de menores no acompañados en procesos de asilo, hasta la interpretación de misas. El caso particularmente conmovedor de Victoria Climbié, en el capítulo dedicado a la interpretación en servicios sociales (social care interpreting), es uno de los que deja huella en el lector.

De este modo, en el desarrollo de los capítulos, las autoras combinan fragmentos extraídos de trabajos de investigación, ejemplos de casos reales, fragmentos más descriptivos de la situación de la interpretación dialógica en ciertos contextos y países (incluyendo referencias a los avances tecnológicos) y actividades prácticas. A pesar de esta variedad de contenidos, las autoras saben guiar y acompañar al lector en las distintas partes del libro, de modo que la progresión de ideas es lógica y clara y la lectura resultante, ordenada. Además, el libro rehúye de un formalismo excesivo en la exposición de los contenidos, lo que hace que la lectura sea fácil y amena.

La única crítica que se le podría hacer es sobre el capítulo de interpretación en el ámbito religioso: quizás es el menos relevante o, en cualquier caso, el menos relacionado con la interpretación dialógica que tan claramente se presenta en el resto de capítulos. Las autoras justifican la inclusión de este ámbito por el hecho de enmarcarse en lo que vendría a ser la interpretación «en la comunidad». Sin embargo, no es del todo claro que la modalidad de interpretación predominante en este ámbito sea la dialógica: de hecho, la interpretación de una misa parece ser más bien monológica (como se observa en el ejemplo planteado en el libro). Dicho esto, el capítulo no deja de ser interesante, porque presenta cuestiones muy específicas de este ámbito que el lector, posiblemente, no se habrá planteado (por ejemplo, sobre el perfil de los intérpretes: ¿deberían ser creyentes también?).

En resumen, Dialogue Interpreting: A Guide to Interpreting in Public Services and the Community llena un vacío en el ámbito de la interpretación dialógica: el de un manual o guía que cubriera una fase de formación avanzada y que proporcionara información actualizada sobre cada uno de los contextos de estudio. Es, además, un libro que demuestra claramente la importancia de integrar los avances de la investigación en la formación de intérpretes y más cuando estamos delante de un ámbito tan prolífico en cuanto a producción académica.